¿Arte popular o artesanías?
El arte popular mexicano da cuenta de la intencionalidad del artesano, cada pieza, bordado, tallado, es una expresión de las historias, sueños y experiencias de quien realiza la obra, se distingue por su individualidad, su carga cultural y las técnicas que pasan de generación en generación.
Sus raíces se fortalecen con las creencias, la religión, las fiestas de los pueblos y la herencia cultural del mestizaje enriqueciéndolas con nuevas formas de elaboración.
Hoy el arte popular es característico en cada región, aprovechando los recursos naturales, las fibras, los metales, las piedras, así se crean estilos únicos que dan singularidad a los municipios de México.
En tiempos altamente industrializados, evocan la vida aparentemente simple de antaño, además de regalarnos una alternativa ecológica, sustentable y estética, con una carga cultural en cada creación.
Las artesanías mexicanas luchan día con día con la satisfacción momentánea que provocan los artículos modernos, su durabilidad, materiales y bajo costo han provocado que el interés de los mexicanos por estos productos baje considerablemente.
Los artistas populares, manifiestan en sus obras la cosmovisión de sus pueblos, desean materializar sus sueños e imaginación en cada objeto, pero ¿qué distingue al arte popular de las artesanías? El resumen del texto de Carlos Espejel editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, nos dará luz sobre el tema.
¿Arte popular o artesanías?
En los años veinte, un grupo de intelectuales se dio a la tarea de revalorar el arte de los pueblos y exponerlo ante los ojos del mundo, esto como parte del proceso de integración de nuestra identidad posterior a la Revolución de 1910.
Desde entonces los términos artesanía y arte popular han causado confusión, las fronteras entre ambos términos no están bien definidas, algunos objetos artesanales no cumplen con las condiciones del arte popular, ya sea por su intencionalidad estética o por el cambio de sus técnicas y características originales.
De inicio conviene decir que las artesanías no son exclusivamente indígenas, algunas como la alfarería, el tejido de fibras vegetales o los textiles, tienen un origen autóctono ya que existían en la época prehispánica sin embargo fueron influenciadas durante el mestizaje, como la alfarería que adquirió la técnica del vidriado y el torno o la industria textil que se vio favorecida por el telar de pedales y de lanzadera, las lacas adoptaron diseños asiáticos reconocidos hoy en día.
Podemos decir que son en realidad resultado de diversas influencias artísticas, son síntesis de elementos que conforman al pueblo mexicano y con ello se patentiza el mismo mestizaje étnico y cultural que nos identifica.
Cuando se analiza el término arte popular, debemos remontarnos necesariamente a los utensilios de la vida cotidiana manufacturados por las personas que habitaban los pueblos en las zonas rurales, o las barriadas en las zonas urbanas, que el gusto innato y la habilidad manual fueron dando originalidad y estética, cuyas características eran variadas, desde finas hasta burdas, por lo que las características de un objeto artesanal o de arte popular no estaban definidas, dependía más de la valoración del comprador que del que ejecutaba la pieza.
Por otro lado el aislamiento de las comunidades conservaba las características y técnicas del objeto artesanal, haciendo que su consumo fuera local y de difícil acceso a la comercialización, es por ello que el artesano podía dedicarle días, semanas o hasta meses a un objeto, ya que estaba consciente de la espera que tendría que hacer para vender sus productos el día del mercado o en las ferias, tenían así tiempo de sobra para la elaboración de sus productos llegando así al preciosismo, aunado a esto la abundante provisión de materias primas de buena calidad que influían en el acabado de las piezas.
Con la intención de ir enmarcando las características del arte popular, se puede decir que en primer lugar los productores eran anónimos, no solo para el mercado sino para ellos mismos, que desconocían que estaban siendo creadores de hermosos objetos que conservaban características tradicionales de forma, color, decorado y tamaño, que además por regla general, tenían un fin utilitario, es decir eran objetos hechos por el pueblo para uso familiar pero también fungían como satisfactores sociales, ya sea como fuente de trabajo o como una expresión cultural, haciendo nítida la expresión “arte popular”
Actualmente esta estructura se derrumba, con el crecimiento poblacional, la revaloración de las piezas, el creciente turismo y la urbanización, ahora al contrario de lo que ocurría hace 70 años muchos objetos ya no se producen con fines netamente utilitarios, perdiendo así su característica principal, además de los precios que ya no pueden ser costeados por las personas a quien originalmente iban dirigidos, es así como ya no se ven a las mujeres del Istmo de Tehuantepec llevando sobre su cabeza los enormes jicalpextles laqueados hechos en Chiapa de Corzo, ahora esos productos están fuera de su alcance.
Esta demanda ha aumentado considerablemente el número de personas dedicadas a la elaboración de artesanías, pero también ha cambiado las técnicas y el aspecto físico de los mismos, el acabado final por lo general deja de tener la finura que antes ostentaban. Es verdad que la desaparición de materias primas de calidad ha jugado un papel importante en la variación de las piezas, como el barro de Tonalá, Tlaquepaque e Izúcar, en donde los barrizales dan paso a la urbanización, obligando al artesano a emplear otros materiales de menor calidad, originando variaciones en peso, textura y grosor de las piezas y no hablar de la obsolescencia de ciertas formas antiguas que no se adaptan a las necesidades de la vida moderna, estos nuevos objetos se alejan del consumo popular y se convierten en obras de alto precio para sectores económicamente privilegiados.
Lo anterior divide a los artesanos en dos grupos: los que adoptan un sentido comercial de sus productos en función de las exigencias del mercado y los que afrontan un problema capital, ya que reciben ingresos modestos por debajo de su costo de producción, lo anterior por lo aleatorio del turismo, la ineficiencia de los programas gubernamentales, las exigencias de modificación de sus piezas por parte del mercado y la demanda de cantidades que superan su capacidad de producción.
Para finalizar el autor clasifica como arte popular, a todos aquellos objetos manufacturados con sencillos procedimientos técnicos, en los que los artesanos del campo y las ciudades expresan consciente o inconscientemente, su ingenio y su talento creador, sin apartarse de la herencia estética y cultural que les legarán sus mayores y que los convierte en custodios de las más puras tradiciones de su grupo, su comunidad y su país. Por lo tanto se aplica el calificativo arte popular a todas aquellas artesanías populares tradicionales y a las derivaciones que de ellas producen los propios artesanos.
Fuente:
Carlos Espejel. (2014). ¿Arte popular o Artesanías?. Septiembre 2019, de UNAM Sitio web: www.materialdelectura.unam.mx